miércoles, 24 de noviembre de 2010

La vida sigue

Los africanos siguen formando parte de mi vida. Mi madre murió en marzo, y algunos han vivido muy de cerca esta etapa dolorosa con mi familia. Jamás olvidaré, estando mi madre en el hospital, el cariño con que Echarki, mi buen marroquí, la daba masajes en las piernas y la animaba a comer con dulzura: "Abuela come, come un poco más". Ella le acariciaba la cara y le decía: "Qué bueno eres, a ver si tienes suerte". Tampoco olvidaré sus escapadas al baño, para que no le viéramos llorar.



A veces se quedaba a dormir en casa de la abuela, cuando yo me iba para acompañarla, y tengo recuerdos de momentos dulces, los tres sentados en el sofá amarillo y tapados con la mantita, viendo El Águila Roja, por ejemplo.

Tampoco podré olvidar a mi querido mauritano, Mohamed Vall, que nos acompañó a mi hermana y a mí en la noche en que nuestra madre agonizaba. Gracias Vall porque con tu presencia y tu conversación aliviaste esas horas terribles. Algo nos unió profundamente cuando juntamos nuestras manos Fernando el sacerdote, la madre, las hijas y tú, Mohamed Vall.

También estuvieron cerca Sidia y Hervé, que visitaron a mi madre en el hospital y nos acompañaron el día del funeral.

La vida sigue. No la concibo sin ellos.
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