jueves, 24 de julio de 2008

Bass (segunda parte)



Bass es muy inteligente. Es hombre de mar y sabe mucho de navegación. El viaje en cayuco sólo le costó 200 euros porque era el segundo de a bordo. Planificaron todo muy bien. En un barco de 24 metros de eslora metieron, milagrosamente, a 161 personas, gasoil, agua y comida. Embarcaron rumbo a La Palma, la isla más alejada del continente africano, pensando, con acierto, que allí no iban los cayucos y que los recibirían bien. Y acertaron de pleno.

Llegaron por la noche a Tazacorte, al oeste de la isla, y esperaron en la playa hasta que por la mañana los fue a buscar la Guardia Civil. Fue un acontecimiento para los isleños y todo el mundo fue al puerto a verlos. Los alojaron en un polideportivo y estuvieron tres días. Bass tiene un maravilloso recuerdo de la acogida: allí dejó amigos y entre ellos a mamá Angeles, con la que tiene contacto telefónico.

Bass todavía tiene un libro con las coordenadas del trayecto que siguió su cayuco, un enorme barco de colores alegres y recuerdos imborrables.

lunes, 21 de julio de 2008

Tristeza


Hoy estoy triste. Dos están sin trabajo, tres con reducción de jornada... y de sueldo. El que trabaja está preocupado por sus compañeros. Otro está enfermo y otro tiene un problema en la piel. Me llama el compañero de piso de uno: el africano se retrasa en el pago del alquiler. ¡Claro, como que no ha cobrado! Me llama el dueño del restaurante: “El negocio va mal, no voy a poder pagarles”.

Les hablo de volver a África. Me miran como si estuviera loca y la respuesta es NO. Una institución "humanitaria" me decepciona, el círculo de amigos de segunda fila, también... uuugggghhhh

Mi móvil suena y suena. Llamada perdida. Es un africano. No lo cojo. Me siento peor.
Pienso en mi marido, tan tolerante, en mis hijos, que son geniales, en mis estupendas amigas de primera fila, en que he retomado contacto con mi prima uruguaya. Tengo agua, tengo comida, tengo familia, tengo ropa, tengo casa, tengo coche. Pero me siento fatal.

jueves, 17 de julio de 2008

Bass (primera parte)



Bass es alto, muy delgado y tiene la piel muy oscura. Nació hace 27 años en Touba, importante centro religioso de Senegal. Pertenece a la secta mouridista de Bay Fall, padre Ibrahim Fall. Touba tiene una magnífica mezquita a la que van los musulmanes en peregrinación y está prohibido fumar, y por supuesto beber, dentro de la ciudad.

Cuando cumplió cuatro años murió su padre y sus abuelos maternos, Dam y Fama, le llevaron a vivir con ellos a Joal-Fadiouth, en la costa, al sur de Dakar. Fue a la escuela y al cumplir los quince años empezó a trabajar en un cayuco. Pescaban de seis de la mañana a seis de la tarde, toda clase de pescados. También había temporadas que salían al mar para varios días. Cuando cogían tiburones les cortaban las aletas, que les compraban los chinos, y la carne la compraban los de Ghana, al parecer otros países no lo consumen.



Conoció a Eleonor, su mujer, en Dakar y, tras un año de noviazgo, se casaron. Tenían 19 y 17 años. Tuvieron tres hijos, dos niños y una niña que murió al poco tiempo de llegar él a España. Sus nombres son Thierno, Mame Diara y Khadim. Bass dice que había pescado para coger pero poco dinero. Tenía vergüenza, y lo pronuncia con rabia –“Verrrrrgüensa”- de no poder dar una vida mejor a sus hijos. Le propuso a su mujer venir a Europa y ella le dio su bendición.

Eleonor es maestra y, para ganar más dinero, vende fruta mientras espera la vuelta de su marido. Su hijo Thierno pidió a Bass que le llevara unos deportivos de los que usan en Europa. Me pregunto cómo serán las despedidas de estas familias.

miércoles, 16 de julio de 2008

Consumismo



Dice Fito que por la boca vive el pez. Yo abro la boca pidiendo para los africanos y mi coche se llena en un plis-plas. Dice mi amiga Rosa que parece que siempre voy de viaje y mi marido, que es muy ordenado, me hace reproches con la mirada. En mi coche se puede encontrar de todo: mucha ropa, un televisor, un radiador, menaje de cocina, libros, muebles, cualquier cosa.
Una vez al mes, mi hija trae comida del Banco de Alimentos, y entonces Kafumba, Lahun, Mendi, Kamara, Bass y alguno más, que como por arte de magia aparece, rodean el coche. Hacemos el reparto más equitativo que podemos y se van con su caja, cada uno a su casa. Ya sabéis que los intermediarios son los que más ganan y en este caso también. Yo me voy con los abrazos y la gratitud de mis chicos. También me voy pensando en el consumismo exagerado con el que vivimos. Vaciamos los armarios a gusto, porque alguien lo aprovecha, pero también porque necesitamos vaciar para volver a llenar. ¡Nos sobra tanto!

miércoles, 9 de julio de 2008

Namia



Namia -en esta foto con Aziz- cuenta su historia.

“Yo nací en Bujumbura, la capital de Burundi, y seguí viviendo ahí hasta venir aquí a España. Mi padre murió cuando yo tenía un año y once meses y mi madre tuvo que cuidarnos sola a mí y a mi hermano. Por causa de la inseguridad, de las malas relaciones entre las distintas etnias y del pequeño salario que recibía mi madre, ella se decidió a venir aquí con nosotros donde, quizás, las condiciones serían mucho mejores.

Una vez aquí la pobre tuvo que aguantarme porque yo no quería quedarme, ya que salí de mi país en plena adolescencia y en esa edad cuesta mucho dejar a los amigos, familiares, vecinos... Nuestra ciudad de acogida fue Alicante, donde pasamos tres meses. Ahora estamos viviendo en Cantabria, donde estamos estudiando yo y mi hermano y trabajando los veranos o fines de semana. Mi madre sí trabaja todo el año (eso si encuentra trabajo).

Ahora yo me siento muy a gusto en España (y eso que no quería quedarme aquí...) y si algún día vuelvo a Burundi, será de visita porque aquí encontré mi segunda patria”.

lunes, 7 de julio de 2008

Minihistorias de Afrika: la muerte



No se ponen chaleco salvavidas para navegar en el cayuco. Si caen al agua, la muerte es más rápida si se ahogan que si mueren de frío.

viernes, 4 de julio de 2008

Historias para niños

Como las Historias de Afrika son tanto para adultos como para niños, las responsables de la revista digital RedAcción, elaborada por escolares de toda Cantabria gracias al proyecto InterAulas, publicaron un artículo sobre el blog en el último número del curso.

Lo podéis leer aquí: http://www.interaulas.org/amigos-1.htm. ¡Gracias, chicas!

jueves, 3 de julio de 2008

La suerte de trabajar


El trabajo de las txosnas es más duro de lo que pensaba. Dos noches hemos estado doce horas seguidas. Se cansaban hasta los jóvenes, así que imaginad a las de cincuenta y tantos. Y de día hay que seguir trabajando en casa.

En esta vida hay que implicarse, complicarse, conocer, ayudar, vivir. Podríamos estar relajadas, ir de compras a Bilbao, ir al cine, a la playa y a sentarnos en una terraza a tomar cerveza, y hacer muchas cosas gratas para las que seguramente encontraríamos justificación. Pero, aunque tenemos la libertad y los medios para vivir así, hemos elegido complicarnos la vida... y ahí sí encontramos justificación.

Dice mi hija, ante mi preocupación por si ganaremos dinero, que aunque sólo ganáramos para aliviar la situación de Kamara, ya habría merecido la pena. Kamara lleva dos meses haciendo trabajos esporádicos. Ha estado dos días sin comer porque el dinero lo guarda para pagar el alquiler. El día que mi amiga descubrió que se llevaba el pan duro, le preguntamos y nos contó su situación. El dinero de la txosna pasaba por sus manos pero no nos pedía nada. ¿Qué pensaría viendo a la gente beber hasta la madrugada, mientras él no tenía para comer? Le pagamos su trabajo de camarero cada día y, aunque nunca deja de sonreír, cuando cobra es la imagen de la felicidad. Hemos conseguido aliviar al muchacho de Sierra Leona.

Hoy a las once traen el hielo, después compraremos los licores que se acabaron, a la una me ocuparé de la llave, a las cinco traen los refrescos, hay que encargar el pan para los bocadillos y quedar con el de la cerveza.... llenar las neveras, traer la plancha y recoger lo de la carnicería. Os lo he dicho: ¡es mucho curro! Pero no podemos mirar hacia otro lado, ellos están ahí, a nuestro lado y conocemos sus necesidades. ¿Cómo podemos ir al cine o de compras sabiendo que un amigo no tiene para comer ?

Hay trabajos duros pero más duro es no poder trabajar.
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