martes, 9 de diciembre de 2008

Vergüenza


No creáis que ya no hay historias que contar... no sé si habrá algún día en que no tenga contacto telefónico, encuentros en la calle o visitas con los africanos.
Hay historias que contar. Es sólo que la situación es mala y me cuesta contar tristezas, pero es lo que hay. Un chico se queda sin trabajo y se va sin cobrar los dos últimos meses. Sus compañeros de piso le pagan el alquiler y le dan de comer. Voy a ver al empresario, que no tiene intención de pagar, y que dice que le ha tenido por compasión y que no le debe nada. Le dejo con la coronilla de santo que se ha colocado. Siento indignación y vergüenza.
¿Recordáis al camarero que me ayudó en la jaima a principio de verano? Pues ha trabajado días sueltos desde entonces. Hace un mes que está en la construcción, pero debía tres meses de alquiler. La señora con la que comparte piso le exigía el dinero y él agachaba la cabeza y callaba. Pedí una ayuda para él. Ha comido gracias a la caridad de los amigos. Si no hay ingresos las deudas se hacen cada vez más grandes. Intentamos por el bien de todos que no sea así... pero son demasiados. Maldito dinero.
He recibido un mensaje de uno que se marchó a Torrelavega. No le dieron el asilo político y al acabar la acogida se fue a vivir con un amigo. Me pide que vaya a verle, dice que cada día es un infierno para él. Por favor, que cada uno piense en un joven de su familia. Hijo, sobrino, primo, nieto. Imaginen que está en un país extranjero sintiéndose así de mal. ¿Pero qué estamos haciendo? ¿Cuántos habitantes tiene Torrelavega? ¿No habrá ni una persona que se acerque a este muchacho? Tanto discutir sobre los símbolos religiosos... ¿y el amor al prójimo?
Ha vuelto un chico de Guinea que ha estado trabajando 9 meses en Cataluña y Murcia. No sabe leer. Me decía que sólo una mujer le había ayudado, enseñándole las letras. ¡En 9 meses sólo una persona!
El otro día, en la cola del supermercado, una señora hablaba de la crisis y de lo mal que lo tiene nuestra juventud. Pobrecitos, decía, no se pueden comprar un piso, la cosa está muy mal. Y yo pensaba en el botellón, en las cenas, despedidas de solteros con viaje, bodas con modelo nuevo en cada una, fines de semana en casas rurales, vacaciones, salidas a esquiar, los armarios rebosando ropa, peluquería, solarium, depilación, gimnasio, cine, copas, tabaco... Y pensaba después en esta otra juventud que se conforma con comer, pagar el alquiler y mandar cien euros a su madre.
¿Sabéis que me dijo un chico de 22 años de un compañero que tiene papeles y trabaja fijo? Dijo: "Es rico porque come todos los días fruta y pollo". Y yo, horrorizada, le pregunté: "¿Pues qué comes tú?". Y me dijo: "Arroz, patatas, alubias...".
Yo, en un autobús, recogí una vez unos 300 euros para comprar lotería. Si hubiera pedido para ayudar a los necesitados no habría sacado ni el diez por ciento. Nuestro defecto, nuestro pecado: el egoísmo. Y nos creemos buenos. Si nos preguntan "¿Te consideras buena persona?", seguro que casi todos decimos que sí.
Viene la Navidad... reflexionemos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola, creo que nunca te he escrito pero te leo muchas veces. Es que yo trabajo desde el ayuntamiento, con los chavales de pateras, con los que manda el gobierno a la peninsula. La verdad, no se que decirte, sólo que comprendo muy bien como te sientes.A mi me parece un privilegio trabajar con esta gente y creo que he aprendido mucho. Bueno, no desesperes, tienen mucha fuerza y esperemos que en un futuro mejore su situación. Un abrazo y mucha esperanza para el próximo año

Elena dijo...

Muchísimas gracias por tu comentario, Amelia, nos encanta que nos lea gente como tú.

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