
Bass es muy inteligente. Es hombre de mar y sabe mucho de navegación. El viaje en cayuco sólo le costó 200 euros porque era el segundo de a bordo. Planificaron todo muy bien. En un barco de 24 metros de eslora metieron, milagrosamente, a 161 personas, gasoil, agua y comida. Embarcaron rumbo a La Palma, la isla más alejada del continente africano, pensando, con acierto, que allí no iban los cayucos y que los recibirían bien. Y acertaron de pleno.
Llegaron por la noche a Tazacorte, al oeste de la isla, y esperaron en la playa hasta que por la mañana los fue a buscar la Guardia Civil. Fue un acontecimiento para los isleños y todo el mundo fue al puerto a verlos. Los alojaron en un polideportivo y estuvieron tres días. Bass tiene un maravilloso recuerdo de la acogida: allí dejó amigos y entre ellos a mamá Angeles, con la que tiene contacto telefónico.
Bass todavía tiene un libro con las coordenadas del trayecto que siguió su cayuco, un enorme barco de colores alegres y recuerdos imborrables.