jueves, 3 de julio de 2008

La suerte de trabajar


El trabajo de las txosnas es más duro de lo que pensaba. Dos noches hemos estado doce horas seguidas. Se cansaban hasta los jóvenes, así que imaginad a las de cincuenta y tantos. Y de día hay que seguir trabajando en casa.

En esta vida hay que implicarse, complicarse, conocer, ayudar, vivir. Podríamos estar relajadas, ir de compras a Bilbao, ir al cine, a la playa y a sentarnos en una terraza a tomar cerveza, y hacer muchas cosas gratas para las que seguramente encontraríamos justificación. Pero, aunque tenemos la libertad y los medios para vivir así, hemos elegido complicarnos la vida... y ahí sí encontramos justificación.

Dice mi hija, ante mi preocupación por si ganaremos dinero, que aunque sólo ganáramos para aliviar la situación de Kamara, ya habría merecido la pena. Kamara lleva dos meses haciendo trabajos esporádicos. Ha estado dos días sin comer porque el dinero lo guarda para pagar el alquiler. El día que mi amiga descubrió que se llevaba el pan duro, le preguntamos y nos contó su situación. El dinero de la txosna pasaba por sus manos pero no nos pedía nada. ¿Qué pensaría viendo a la gente beber hasta la madrugada, mientras él no tenía para comer? Le pagamos su trabajo de camarero cada día y, aunque nunca deja de sonreír, cuando cobra es la imagen de la felicidad. Hemos conseguido aliviar al muchacho de Sierra Leona.

Hoy a las once traen el hielo, después compraremos los licores que se acabaron, a la una me ocuparé de la llave, a las cinco traen los refrescos, hay que encargar el pan para los bocadillos y quedar con el de la cerveza.... llenar las neveras, traer la plancha y recoger lo de la carnicería. Os lo he dicho: ¡es mucho curro! Pero no podemos mirar hacia otro lado, ellos están ahí, a nuestro lado y conocemos sus necesidades. ¿Cómo podemos ir al cine o de compras sabiendo que un amigo no tiene para comer ?

Hay trabajos duros pero más duro es no poder trabajar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Viendo beber a los demás hasta la madrugada mientras él no tenía que comer... Imagino que Kamara podría sentirse como quien acaba de atravesar el desierto sin agua, llega a una cantina y se encuentra con que nadie le socorre. A eso lo llamaría yo frustración, y es lo que yo sentiría, supongo, si estuviese en el lugar de Kamara.
Saludos.

Anónimo dijo...

Mas majo que les putes pesetes,un abrazo a Mohamed

Anónimo dijo...

Por cierto,soy Eva,hija de Lachen...se me olvidó ponerlo..ups

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