lunes, 4 de febrero de 2008

Hermanos

Quiero que conozcais a mis chicos: Abdel Aziz Kone, de Daloa, y Ahmed Sissoko, de Abidján, dos marfileños, altos, delgados, inteligentes, guapos... ¡qué va a decir una madre adoptiva de sus retoños! En la foto salen con mi hijo Iker, Ahmed a la izquierda y Aziz a la derecha.



Aziz tiene 32 años. Trabajó de azafato en el aeropuerto de Daloa y después de guía en un hotel de su ciudad. Los conflictos entre el gobierno y los rebeldes, que secuestraron a un turista de su hotel, llevaron al dueño, un noruego, a cerrarlo. La situación en Costa de Marfil era muy mala y para Aziz peor, al quedarse sin trabajo.

Decidió venir a España para trabajar, ahorrar y volver preparado para montar algo en Costa de Marfil, Mali o Mauritania. Llevó a su mujer Marie y a su hija Sophie a casa de sus suegros, en Abidján, y emprendió un largo y duro camino hacia Marruecos. "Ese fue mi Camino de Santiago, del que no quiero acordarme", dice.

Atravesó Mali, Mauritania y Argelia. Tiene cicatrices en los pies porque sólo se quitaba los zapatos para asearse. Dormía con ellos para evitar que se los robasen. Aún así, cuando llegó a Marruecos, un policía le dijo que le gustaban sus zapatos y que se los diera. Se los tuvo que dar, sin poder sacar el dinero que llevaba escondido debajo de las plantillas. Estuvo siete meses en Marruecos, allí descubrió que era diabético. Antes de que llegara el invierno y en la playa, esperando para coger el cayuco, conoció a Ahmed y se hicieron inseparables.

Aziz habla francés, inglés, varios dialectos, un poco de árabe, y con el español avanzó rápido, porque lo estudiaba y lo utilizaba. Esa facilidad para comunicarse nos acercó. Los dos pasaron la fiesta de Navidad en casa de Aitor, cuidador en aquel momento de Cruz Roja (otro día os hablaré de él) y Nochevieja con mi familia. Participaron como rey Baltasar en el Belén Viviente de Castro y en el Hospital. Iban a los partidos de fútbol-sala, les encantaba el Meneses... en fin que estaban integrándose en la ciudad, la gente los conocía y los apreciaba.

El día que les dieron la carta amarilla, su primer documento, lo celebramos comiendo cordero asado en un restaurante. El 19 de enero se fueron a un centro de Cruz Roja en Torrelavega. Allí recibieron clases de español e informática. Aziz me escribía casi todos los días. Hizo un curso de fontanería y salió de la custodia de Cruz Roja en verano. Ahora trabaja de soldador y vive en un piso de alquiler. Pensaba quedarse cinco años pero dice que, si no le falta el trabajo, quizá en tres pueda volver a África.

Ahmed es una bellísima persona. Fue policía en su país. Me contó que el entrenamiento para entrar en el cuerpo de policía es muy duro. Además de las pruebas físicas les obligan a sobrevivir en el campo, sabana o selva (no sé cómo será la zona), teniendo que buscarse hasta la comida en la naturaleza. Un día el pueblo marfileño iba a manifestarse contra el gobierno, y este ordenó a sus policías disparar contra la gente. Ahmed se negó y le expulsaron.

Después se compró un coche y trabajó de taxista en Abidján. Está divorciado y tiene un hijo de cuatro años. Le gusta el ejército, y pensó entrar en el español, pero se lo contó a su madre y esta se lo prohibió. Entiendo su miedo, ella está lejos y no creo que conozca muchas cosas de España. Ahmed hizo un curso de carpintería que no se le daba muy bien y finalmente está trabajando en una lavandería industrial.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Holaaa!!! conseguí llegar hasta tu Blog!! Gracias por hacerme partícipe, en vivo, de éstas experiencias que llegan muy adentro cuando las pones una cara.

Puri

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